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domingo, 20 de noviembre de 2011

LA CRISIS DE 1640

En 1640 tiene lugar una grave crisis cuyo origen es la agresiva política del conde-duque de Olivares, que se basaba en dos objetivos, por un lado mantener el prestigio de la política exterior mediante la acción bélica, y por otro llevo a cabo una reforma interior, con el objetivo de aliviar la presión fiscal sobre Castilla.
Esta reforma provoca la rebelión de Portugal, Cataluña y Andalucía. En Portugal, los rebeldes proclaman rey al duque de Braganza, con el nombre de Juan IV; la falta de un ejército hizo imposible que la rebelión fuese sofocada y la corona pierde el territorio tras las derrota como las producidas en Villaviciosa o Montes Claros. En Cataluña, las revueltas comenzaron el día del Corpus de 1640, cuando los campesinos asesinan al virrey y proclaman la independencia (esto no sucede en Lérida y Tarragona que se mantienen fieles a Felipe IV). Tras proclamar la independencia, la generalitat asumió el control. Poco después se reconoce a Luis XIV como rey y Cataluña se convierte en territorio francés. En Andalucía una conspiración dirigida por la nobleza pretendía la destitución del conde-duque y proclamar la independencia del territorio, aunque la rebelión fue sofocada sin dificultad por parte de la Corona.
La política exterior del conde-duque provocó enfrentamientos entre España y Francia desde 1635, en el marco de la guerra de los 30 años, que se decantará en contra de España a partir de 1640, coincidiendo con los problemas internos. Aprovechando esta situación, Holanda, que había luchado por su independencia desde el reinado de Felipe II, consigue victorias importantes contra las tropas españolas como la de la Batalla naval de las Dunas (1639).
Esta crisis provoca que finalmente Olivares sea destituido en 1643 al que le sustituye su sobrino Luís Méndez de Haro, lleva a cabo una política de pacificación con la consecuente independencia de Portugal en 1668 tras el tratado de Lisboa, la perdida de Holanda en 1648 con la firma del tratado de la Haya y la firma de la Paz de Westfalia en 1648 que supone el reconocimiento del fin de la hegemonía española en Europa; por el contrario se consigue sofocar la revuelta de Cataluña.

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